Parálisis Cerebral
La parálisis cerebral es un grupo de trastornos que afectan el movimiento, el equilibrio y la postura del paciente. En los niños que la padecen, una o más partes del cerebro encargadas de controlar los músculos no se desarrollan correctamente o están dañadas. Los síntomas pueden ser de leves a graves pero no empeoran a medida que el niño crece. Con tratamiento, la mayoría de los niños puede mejorar el control de sus músculos.

Muchos de los niños con parálisis cerebral tienen otros problemas que requieren tratamiento, entre los que se encuentran:

  • Incapacidades intelectuales
  • Convulsiones
  • Problemas con el sentido del tacto
  • Problemas de visión, audición y habla

¿Con qué frecuencia se produce la parálisis cerebral?
En los EE.UU., cerca de 800,000 niños y adultos la padecen (1). Esta enfermedad afecta a aproximadamente uno de cada 300 niños (2). En la mayoría de los casos se diagnostica antes de los dos años de edad (1).

¿Cuáles son los diferentes tipos de parálisis cerebral?
Existen tres tipos principales de parálisis cerebral, aunque en algunos casos el paciente puede tener síntomas de más de un tipo.

  1. Parálisis cerebral espástica. Cerca del 70 al 80 por ciento de las personas afectadas padece de parálisis cerebral espástica, en la que los músculos están rígidos y dificultan el movimiento (3). Existen tres tipos de parálisis cerebral espástica:
    Diaplejia espástica. La diaplejia espástica afecta ambas piernas. Los niños afectados pueden tener problemas para caminar debido a que la rigidez de los músculos de la cadera y las piernas hace que estas últimas se doblen hacia adentro cruzándose a la altura de las rodillas, como un par de tijeras.
    Hemiplejia espástica. La hemiplejia espástica afecta sólo un lado del cuerpo y, a menudo, el brazo se ve más afectado que la pierna.
    Cuadriplejia espástica. Este es el tipo de parálisis cerebral espástica más grave. Afecta gran parte del cuerpo, incluidos los dos brazos y las dos piernas, el tronco (torso) y la cara. Por lo general, los niños que padecen cuadriplejia espástica no pueden caminar y suelen sufrir de incapacidades intelectuales, dificultades para hablar y convulsiones.
  2. Parálisis cerebral atetoide o discinética. Cerca del 10 al 20 por ciento de las personas afectadas padece la forma atetoide o discinética de la enfermedad, que afecta a la totalidad del cuerpo (3). Se caracteriza por fluctuaciones en la tonicidad de los músculos, que pasan de estar demasiado rígidos a demasiado blandos y causan movimientos descontrolados, que pueden ser lentos y retorcidos o rápidos y espasmódicos. A menudo los niños afectados tienen problemas en aprender a controlar su cuerpo como para poder sentarse y caminar correctamente. Debido a que los músculos de la cara y la lengua pueden verse afectados, estos niños también pueden tener dificultades para succionar, tragar y hablar.
  3. Parálisis cerebral atáxica. Cerca del 5 al 10 por ciento de las personas afectadas padece la forma atáxica de la enfermedad, que afecta el equilibrio y la coordinación (3). En algunos casos, caminan con pasos inestables y los pies separados y tienen problemas (temblores musculares) con los movimientos que requieren una coordinación precisa, como la escritura o abotonarse una camisa.

¿Cuáles son las causas de la parálisis cerebral?
La parálisis cerebral es causada por uno o más problemas en partes del cerebro que controlan los músculos. Por lo general, estos problemas son causados por factores que interrumpen el desarrollo normal del cerebro antes del nacimiento. Por ejemplo, los problemas en los genes pueden contribuir a que el cerebro no se forme correctamente (1). En otros casos, las lesiones en el cerebro en desarrollo del bebé pueden producir parálisis cerebral. Por ejemplo, si un bebé tiene un accidente cerebrovascular (coágulo sanguíneo o hemorragia) en el útero o no recibe suficiente oxígeno durante el trabajo de parto y el nacimiento, puede desarrollar parálisis cerebral (1). En muchos casos se desconoce la causa del problema en el cerebro que produce la parálisis cerebral.

Un pequeño número de bebés también sufre lesiones cerebrales durante los primeros meses o años de vida que pueden producir parálisis cerebral. Estas lesiones pueden ser causadas por infección cerebral (como meningitis) y lesiones en la cabeza.

¿Su bebé corre riesgo de tener parálisis cerebral?
Ciertos factores de riesgo hacen que sea más probable que un bebé desarrolle parálisis cerebral. No obstante, la mayoría de los bebés que tiene uno de estos factores de riesgo no desarrolla parálisis cerebral. Entre los factores de riesgo de parálisis cerebral se encuentran:

  • Nacimiento prematuro. Los bebés prematuros (los que nacen antes de las 37 semanas de gestación) que pesan menos de 3 1/3 libras tienen de 20 a 80 veces más probabilidades de desarrollar parálisis cerebral que los bebés nacidos a término (los que nacen entre las semanas 39 y 41 de gestación) (4). Muchos bebés prematuros padecen hemorragias cerebrales, que pueden dañar tejido cerebral delicado, o desarrollan leucomalacia periventricular, que destruye los nervios del cerebro.
  • Infecciones durante el embarazo. Algunas infecciones contraídas por la mujer embarazada, incluso aquellas que suelen ser leves en los adultos, pueden causar daños en el cerebro del bebé y producir parálisis cerebral. Estas infecciones incluyen, entre otras:  
    • Rubéola (también conocida como sarampión alemán), una infección causada por un virus
    • Citomegalovirus (CMV), una infección causada por un virus
    • Herpes, una infección de transmisión sexual que puede causar llagas genitales
    • Toxoplasmosis, una infección que se propaga por el contacto con las heces del gato o la carne mal cocida
    • Corioamnionitis (una infección uterina) e infecciones de la placenta. Los bebés expuestos a corioamnionitis en el útero tienen aproximadamente el doble de probabilidades de desarrollar parálisis cerebral que los bebés no expuestos (5).
    • El bebé no recibe suficiente oxígeno. Esto puede ocurrir, por ejemplo, cuando la placenta no funciona de forma adecuada o cuando se desprende de la pared del útero antes del parto.
    • Asfixia durante el parto y nacimiento. Hasta hace poco tiempo, muchos médicos atribuían la mayoría de los casos de parálisis cerebral a la asfixia (falta de oxígeno) durante un parto difícil. Sin embargo, los estudios han demostrado que las complicaciones en el nacimiento, incluida la asfixia durante el trabajo de parto y el nacimiento, son solamente responsables de un pequeño porcentaje de los casos de parálisis cerebral (1).
    • Ictericia grave. La ictericia es una decoloración amarillenta de la piel y la parte blanca de los ojos causada por el aumento de una sustancia llamada bilirrubina en la sangre. Los casos leves de ictericia suelen resolverse sin tratamiento y no son nocivos para el bebé. No obstante, en algunos casos la ictericia puede ser grave. Si no se la trata, los altos niveles de bilirrubina pueden producir daño cerebral y parálisis cerebral atetoide. Ciertas enfermedades de la sangre, como la intolerancia de Rh (causada por una incompatibilidad entre la sangre de la madre y la del bebé), pueden causar ictericia grave y daño cerebral al bebé, lo que puede producir parálisis cerebral. Por lo general, la intolerancia de Rh puede prevenirse inyectando a las mujeres Rh negativas un producto sanguíneo llamado inmunoglobulina Rh cerca de las 28 semanas de embarazo y nuevamente después del nacimiento de un bebé Rh positivo.

¿Cuáles son algunos de los primeros signos de la parálisis cerebral?
Algunos niños con parálisis cerebral pueden tardar más tiempo en aprender a voltearse, sentarse, gatear o caminar. Los Centros para el Control y Prevención de Enfermedades (Centers for Disease Control and Prevention, CDC) recomiendan consultar al pediatra si el niño presenta algunos de los siguientes signos (2):

  • El niño tiene más de dos meses de vida y:
  • Tiene dificultades para mantener erguida la cabeza cuando lo alzan en brazos
  • Tiene rígidas las piernas y las cruza en forma de tijeras al alzarlo en brazos
  • El niño tiene más de seis meses de vida y estira una sola mano para alcanzar un objeto y mantiene la otra cerrada en forma de puño
  • El niño tiene más de 10 meses de vida y gatea empujando con una sola mano y una sola pierna mientras arrastra las otras
  • El niño tiene más de 12 meses de vida y:
  • No puede gatear
  • No puede ponerse de pie sin un punto de apoyo

¿Cómo se diagnostica la parálisis cerebral?
La parálisis cerebral se diagnostica principalmente evaluando de qué manera se mueve un bebé o un niño pequeño. El médico evalúa la tonicidad muscular del niño, que hace que éste pueda parecer demasiado flojo o rígido. Algunos niños tienen una tonicidad muscular variable (a veces parecen demasiado flojos y otras demasiado rígidos).

El médico verifica los reflejos del niño y se fija si usa una de las dos manos con más frecuencia. Si bien la mayoría de los bebés no desarrolla una preferencia por la mano derecha o la izquierda hasta cumplir el primer año de vida aproximadamente, algunos bebés que padecen parálisis cerebral lo hacen antes de los seis meses. Otro signo importante de parálisis cerebral es la persistencia de ciertos reflejos musculares, llamados reflejos primitivos, que son normales en los bebés pequeños pero que, por lo general, desaparecen entre los seis y los 12 meses de vida.

El médico también llevará una historia clínica detallada para descartar que los síntomas obedezcan a otros trastornos.

Asimismo, el médico puede recomendar la realización de pruebas de diagnóstico por imágenes, como:

  • Resonancias magnéticas
  • Tomografías computadas
  • Ultrasonido

En algunos casos, estas pruebas ayudan a identificar la causa de la parálisis cerebral, así como la localización y el tipo de daño cerebral. En algunos niños con parálisis cerebral, especialmente en los casos leves, estas pruebas no muestran anomalías en el cerebro. Los expertos creen que esto significa que los síntomas pueden provenir de áreas diminutas de daño cerebral.

¿Cómo se trata la parálisis cerebral?
Un equipo de profesionales médicos trabaja con usted y su familia para identificar las necesidades del niño y diseñar un plan de tratamiento individual. El equipo médico puede estar integrado por:

  • Pediatras: médicos especializados en la atención de bebés y niños.
  • Médicos especialistas en medicina física y rehabilitación: estos médicos se ocupan de los trastornos que afectan al movimiento.
  • Cirujanos ortopédicos: estos médicos realizan operaciones en los huesos y los músculos.
  • Terapeutas físicos: crean programas de ejercicios para ayudar a mejorar la fortaleza y el movimiento.
  • Terapeutas ocupacionales: enseñan destrezas para realizar actividades de la vida diaria, como alimentarse, vestirse y escribir.
  • Oftalmólogos: médicos especializados en el tratamiento de problemas de la vista.
  • Patólogos del habla y del lenguaje: estos especialistas pueden ayudar a resolver los problemas del habla.
  • Asistentes sociales: ayudan a buscar recursos y programas para ayudar a las familias con ciertas necesidades, como la atención de la salud y servicios especiales para personas con incapacidades.
  • Psicólogos: ayudan a los niños y familias a lidiar con el estrés y otros problemas emocionales. 

Por lo general, los niños con parálisis cerebral comienzan la terapia física al poco tiempo del diagnóstico. La terapia mejora sus habilidades motrices (como, por ejemplo las habilidades de sentarse y caminar), aumenta la fortaleza de sus músculos y le ayuda a evitar contracturas (el acortamiento de los músculos que limita el movimiento de las articulaciones). A veces se utilizan aparatos ortopédicos, tablillas o enyesados para evitar las contracturas y mejorar la función de las manos o las piernas. Si las contracturas son graves, puede recomendarse cirugía para estirar los músculos afectados.

En algunos casos se recomienda el uso de medicamentos para reducir los espasmos musculares (espasticidad) o el movimiento anormal. Los medicamentos antiespasmódicos, como el diazepam (Valium®) y el baclofeno (Lioresal®), pueden tomarse por vía oral (por la boca). Lamentablemente, el tratamiento con medicamentos por vía oral no suele ser muy eficaz. A veces resulta más útil inyectar medicamentos como Botox® (toxina botulínica) directamente en los músculos, ya que el efecto puede durar de tres a cuatro meses (6).

Existe un nuevo tipo de tratamiento con medicamentos que ha dado resultados alentadores en niños con espasmos musculares de moderados a graves. Este tratamiento consiste en implantar una bomba debajo de la piel para que suministre un medicamento conocido como baclofeno en el líquido que rodea la médula espinal.

En el caso de algunos niños que padecen parálisis cerebral espástica, existe otra técnica quirúrgica llamada rizotomía dorsal selectiva, que puede reducir de forma permanente los espasmos musculares y mejorar la capacidad del niño de sentarse, ponerse de pie y caminar. Este procedimiento consiste en identificar y recortar algunos de los nervios presentes en la base de la columna vertebral que más contribuyen a los espasmos. Por lo general, se recomienda únicamente para niños con espasmos graves que no han respondido bien a otros tratamientos (1).

Los terapeutas ocupacionales trabajan con los niños con parálisis cerebral para ayudarles a desarrollar las habilidades necesarias para llevar a cabo actividades de la vida cotidiana como alimentarse y vestirse. Los niños con problemas del habla trabajan con un foniatra o, en casos más graves, aprenden a usar un sintetizador de voz computado que puede hablar por ellos. Las computadoras son una herramienta muy importante para la comunicación, educación y recreación de los niños con parálisis cerebral.

Algunos niños con parálisis cerebral utilizan ayudas mecánicas, como andadores, dispositivos de posicionamiento que les permiten ponerse de pie, sillas de ruedas especiales y patinetas y triciclos especiales.

¿Puede prevenirse la parálisis cerebral?
En muchos casos, se desconoce la causa de la parálisis cerebral y, en consecuencia, los médicos no saben qué hacer exactamente para prevenirla. No obstante, hay algunas cosas que usted puede hacer para reducir el riesgo de tener un bebé con parálisis cerebral:

  • Realícese un chequeo antes de concebir para que el médico pueda detectar ciertos problemas que pueden causar parálisis cerebral.
  • Realícese un chequeo prenatal en cuanto crea que está embarazada. Vaya a todas las visitas de cuidado prenatal, aunque se sienta bien.
  • Realícese pruebas de intolerancia de Rh y rubéola. Solían ser causas frecuentes de parálisis cerebral, pero actualmente existen tratamientos.
  • No fume, no beba alcohol y no consuma drogas ilegales.
  • Si tiene un problema de salud que podría llevar a un parto prematuro (antes de las 32 a 34 semanas de embarazo), consulte a su médico acerca del tratamiento con sulfato de magnesio para reducir el riesgo de parálisis cerebral (7,8).

También hay tratamientos después del nacimiento que pueden ayudar a reducir las probabilidades de que el bebé tenga parálisis cerebral:

  • Si su bebé tiene ictericia grave, es posible que pueda tratarse con luces especiales (fototerapia) y transfusiones de sangre (transfusiones de intercambio).
  • Puede aplicársele la vacuna Hib que ayuda a prevenir muchos casos de meningitis, una infección en el líquido que rodea el cerebro y la médula espinal que puede causar daño cerebral durante los primeros meses de vida.

También puede evitar las lesiones en la cabeza del bebé asegurándose de que su sillita esté correctamente colocada en el asiento trasero del automóvil. Cuando crezca, hágale usar un casco para andar en bicicleta.

¿March of Dimes realiza investigaciones sobre la parálisis cerebral?
Sí. March of Dimes financia estudios sobre el desarrollo del cerebro y los factores que pueden alterarlo. Algunos científicos, por ejemplo, están estudiando

  • De qué manera las células nerviosas del cerebro del feto responden a una falta prolongada de oxígeno, a fin de entender mejor de qué manera la falta de oxígeno antes o cerca del parto puede lesionar el cerebro en desarrollo.
  • De qué manera las infecciones en el útero producen lesiones en el cerebro que pueden derivar en parálisis cerebral, con el objetivo de desarrollar tratamientos a base de medicamentos para ayudar a prevenir dichas lesiones.
  • De qué manera las convulsiones en el bebé recién nacido, que son comunes en los bebés muy prematuros, aumentan el riesgo de parálisis cerebral y los problemas de aprendizaje, con el objetivo de mejorar su diagnóstico y tratamiento para reducir el riesgo de parálisis cerebral.
  • Cómo evitar el parto prematuro, que es un factor de riesgo de parálisis cerebral.

Referencias

  1. National Institute of Neurological Disorders and Stroke. (2010). Cerebral palsy: Hope through research. Publicación del NIH número 10-159. Consultada en: http://ninds.nih.gov/disorders/cerebral_palsy/detail_cerebral_palsy.htm
  2. Centers for Disease Control and Prevention (CDC). (2010). Data show 1 in 303 children have cerebral palsy. Consultado en: http://www.cdc.gov/Features/CerebralPalsy/
  3. Centers for Disease Control and Prevention (CDC). (2004). Cerebral palsy. Consultado en: http://www.cdc.gov/ncbddd/dd/cp2.htm
  4. Platt, M., Cans, C., Johnson, A., Surman, G., Topp, M., et al. (2007). Trends in cerebral palsy among infants of very low birthweight (<1500 g) or born prematurely (<32 weeks) in 16 European Centres: A database study. Lancet, 369, 43-50.
  5. Shatrov, J.G., Birch, S.C.M., Lam, L.T., Quinlivan, J.A., McIntyre, S. y Mendz, G.L. (2010). Chorioamnionitis and cerebral palsy. Obstetrics and Gynecology, 116 (2), 387-392.
  6. Delgado, M.R., Hirtz, D., Aisen, M., Ashwal, S., Fehlings, D.L., et al. (2010). Practice parameter: Pharmacologic treatment of spasticity in children and adolescents with cerebral palsy (an evidence-based review). Neurology, 74 (4), 336-343.
  7. American College of Obstetricians and Gynecologists (ACOG). (2010). ACOG committee opinion number 455: Magnesium sulfate before anticipated preterm birth for neuroprotection. Washington, DC: Autor.
  8. Constantine, M.M. y Weiner, S.J. for the Eunice Kennedy Shriver National Institute of Child Health and Human Development (NINHD) Maternal-Fetal Medicine Units Network (MFMU). (2009). Effect of antenatal exposure to magnesium sulfate on neuroprotection and mortality in preterm infants. Obstetrics and Gynecology, 114 (2), 354-364.

Febrero de 2011