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Pérdida de la Audición
![]() La pérdida de la audición es la disminución de la capacidad de oír y discriminar los sonidos. Es uno de los defectos de nacimiento más comunes y afecta a aproximadamente 12,000 bebés (tres de cada 1,000) cada año en los Estados Unidos.1 Se dice que la pérdida de la audición es congénita cuando se encuentra presente desde el nacimiento. La pérdida de la audición también puede desarrollarse más adelante en la niñez o durante la adultez. Los Centros para el Control y Prevención de Enfermedades (Centers for Disease Control and Prevention, CDC) recomiendan someter a todos los bebés a una prueba de detección precoz de pérdida de la audición antes del primer mes de vida, preferentemente antes de que abandonen el hospital.1 Esto se debe a que el lenguaje y la comunicación se desarrollan rápidamente durante los primeros dos a tres años de vida y, si no se la detecta, la pérdida de la audición puede llevar a demoras en el desarrollo de estas habilidades. Por lo general, sin las pruebas de detección precoz en los recién nacidos, la pérdida de la audición no se detecta hasta los dos a tres años de edad.1 El objetivo de la detección, diagnóstico y tratamiento tempranos es ayudar a los niños con pérdida de la audición a desarrollar habilidades de lenguaje y académicas iguales a las de los demás niños. La mayoría de los estados cuenta con un programa de detección e intervención tempranas para asegurar que todos los bebés se sometan a una prueba de detección precoz y que aquellos en los que se detecta pérdida de la audición reciban el tratamiento adecuado. Organizaciones como March of Dimes, la Academia de Pediatría de los Estados Unidos (American Academy of Pediatrics), la Dirección de Salud Materna e Infantil (Maternal and Child Health Bureau), los CDC y otras instituciones brindan todo su apoyo a estos programas. ¿Cuáles son las causas de la pérdida de la audición en los bebés y los niños? Se cree que los factores genéticos causan aproximadamente el 33 por ciento de los casos de pérdida de audición en los bebés y niños pequeños.1 Los científicos creen que las mutaciones (cambios) de hasta 400 genes pueden contribuir a la pérdida de la audición.1 Las causas genéticas de la pérdida de audición pueden ser sindromáticas (un rasgo de un grupo de defectos congénitos que se producen juntos), que representan aproximadamente el 30 por ciento de los casos, o no sindromáticas (un defecto congénito aislado).1 Aproximadamente el 30 por ciento de los casos de pérdida de la audición no sindromática es causado por una mutación en un gen llamado Connexin 26.1 Cerca de un tercio de los casos de pérdida de la audición es causado por factores no genéticos,1 tales como infecciones durante el embarazo, como rubéola (sarampión alemán), citomegalovirus, toxoplasmosis, herpes o sífilis. El nacimiento prematuro (antes de las 37 semanas de gestación) también puede ser una causa. Después del nacimiento, las lesiones en la cabeza o las infecciones durante la niñez, como la meningitis, el sarampión o la varicela, pueden producir la pérdida permanente de la audición. Ciertos medicamentos, como el antibiótico estreptomicina y otros fármacos relacionados, también pueden producir la pérdida de la audición. Las infecciones en el oído (otitis media) pueden producir la pérdida temporal de la audición pero las infecciones frecuentes y mal tratadas pueden producir un daño suficiente como para causar la pérdida total de la audición. Se desconocen las causas del tercio restante de casos de pérdida de la audición en bebés y niños.1 ¿Existen diferentes tipos de pérdida de la audición? La pérdida de la audición se puede producir en diferentes lugares del circuito acústico.
¿Cómo se detecta la pérdida de audición en los recién nacidos? En la prueba de emisiones otoacústicas (OAE), se coloca un pequeño micrófono en el oído del bebé. El micrófono, conectado a una computadora, envía una serie de sonidos o tonos cortos y secos al oído y registra la respuesta del oído interno. En la prueba de respuesta evocada del tronco cerebral (AABR), se envía una serie de sonidos cortos y secos a través de pequeños audífonos. Los sensores colocados sobre la cabeza y conectados a una computadora miden la actividad de las ondas cerebrales en respuesta al sonido. ¿Qué ocurre si un bebé no pasa la prueba de audición? Estas pruebas de detección precoz son solamente una indicación general de que puede existir un problema. Hasta el 10 por ciento de los bebés obtiene resultados anormales en estas pruebas de audición pero algunos de ellos presentan resultados normales en las pruebas adicionales.1 ¿Qué pruebas se realizan para diagnosticar la pérdida de la audición después del primer mes de vida del bebé? A los niños de entre seis meses y dos años de edad suele realizárseles una audiometría de refuerzo visual (VRA). Durante las pruebas de VRA, se presenta una serie de sonidos al niño a través de audífonos o bocinas. Se enseña al niño a volverse hacia el lado de donde oye el sonido y luego se lo recompensa con una imagen visual divertida por haber respondido. A los niños de entre dos y cuatro años de edad se les realiza una audiometría de juego condicionado (CPA). Se les pide que realicen una actividad simple como si fuera un juego (por ejemplo, colocar un anillo en un palo) cuando oyen un sonido. Esta prueba es similar a la prueba para niños mayores y adultos, a quienes se pide que presionen un botón o levanten la mano cuando oyen un sonido. Estas pruebas también pueden recomendarse en el caso de niños a quienes no se evalúa de recién nacidos, niños que han tenido infecciones persistentes en el oído, meningitis u otras enfermedades que pueden causar pérdida de la audición, niños a quienes se ha diagnosticado un síndrome que puede incluir pérdida de la audición, o en el caso de que uno de los padres sospeche que el niño no responde normalmente a los sonidos. ¿Cuáles son algunos de los signos de pérdida de la audición en los bebés y niños pequeños?
Los padres deben preocuparse por la pérdida de la audición en niños más grandes si:
¿Cómo se trata la pérdida de la audición? Hay una serie de opciones de tratamiento disponibles y los padres deben determinar cuál es la más adecuada para su hijo. Deberán considerar la edad del niño, el nivel de desarrollo y su personalidad y la severidad de la pérdida de la audición. Idealmente, un equipo de expertos que incluya el pediatra que atiende al niño, un otorrinolaringólogo, un patólogo del habla, un audiólogo y un educador trabajará estrechamente con los padres para crear un plan de servicio familiar individualizado. Los planes de tratamiento pueden modificarse a medida que el niño crece. Los niños de apenas cuatro semanas de vida pueden beneficiarse con una ayuda auditiva.2,4 Estos dispositivos amplifican el sonido y permiten a muchos niños con pérdida de la audición oír las palabras y desarrollar el lenguaje. Sin embargo, a algunos niños les resultan más útiles que a otros. Es posible que algunos niños con una pérdida de la audición de severa a profunda no puedan oír lo suficiente, incluso con una ayuda auditiva. Con frecuencia se recomienda el uso del tipo de ayuda auditiva que se coloca detrás del oído en el caso de niños más pequeños, ya que es más segura y puede colocarse con más facilidad y ajustarse a medida que el niño crece, en comparación con el tipo de ayuda auditiva que se coloca dentro del oído. Los padres también deberán decidir cómo se va a comunicar la familia con el niño. Si el niño va a comunicarse oralmente (mediante el habla), es posible que necesite ayuda para aprender a escuchar y leer los labios para poder entender lo que los demás están diciendo. Muchos niños con pérdida de la audición también pueden necesitar algún tipo de terapia del habla o del lenguaje. Un niño también puede aprender a comunicarse utilizando alguna forma de lenguaje de signos. Uno de los tipos de lenguaje de signos más difundido es el Lenguaje de Signos Estadounidense (ASL), cuyas reglas y gramática son diferentes de las del idioma inglés. También existen otras variantes de lenguajes de signos que pueden utilizarse junto con el inglés hablado. Puede recomendarse una cirugía si el niño tiene una pérdida de la audición conductiva permanente causada por malformaciones del oído externo o medio o por infecciones repetidas en el oído. Aunque por lo general la presencia de líquido en el oído medio sólo provoca una pérdida temporal de la audición, una infección crónica puede hacer que un niño se retrase en el desarrollo de las habilidades del lenguaje. En algunos casos, el médico puede recomendar la introducción de un tubo a través del tímpano para drenar el oído medio. Por lo general, este procedimiento no requiere internación en el hospital. La cirugía también puede ser una alternativa para algunos niños con pérdida de la audición sensorioneural de severa a profunda. Puede colocarse quirúrgicamente un dispositivo llamado implante coclear en el oído interno de los niños de tan sólo 12 meses de vida para estimular la audición. La cirugía requiere a veces una internación de una noche en el hospital. Con terapia del lenguaje y del habla adicional, los niños con implantes cocleares pueden aprender a entender a las demás personas y a hablar razonablemente bien, pero el nivel de mejoría es variable. Un estudio realizado en 2003 comprobó que la meningitis bacteriana se daba con más frecuencia en niños con implantes cocleares que en otros niños de la misma edad.5 Los padres de niños con implantes cocleares deben ser concientes de los síntomas de meningitis (fiebre alta, dolor de cabeza, rigidez en el cuello, náuseas, malestar al mirar luces fuertes, insomnio y confusión) e informarlos al pediatra del niño inmediatamente.1 ¿March of Dimes apoya la investigación sobre la pérdida de la audición? Para obtener más información Referencias 2. American Speech-Language-Hearing Association. Hearing Disorders. Consultado 7 de junio de 2007, www.asha.org.
4. National Center for Hearing Assessment and Management (NCHAM). Universal Newborn Hearing Screening. Utah State University, Logan UT, consultado 7 de junio de 2007, www.infanthearing.org. 5. Reefhuis, J., et al. Risk of Bacterial Meningitis in Children with Cochlear Implants. New England Journal of Medicine, volumen 349, número 5, 31 de julio de 2003, págs. 435-445. Actualizado en agosto del 2007 |
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