Lo que Sabemos y lo que Desconocemos
Hoy nacerán en los Estados Unidos 1.300 bebés prematuros. Muchos de ellos serán demasiado pequeños y estarán demasiado enfermos para poder irse a casa. Deberán pasar semanas o incluso meses en la unidad de cuidados intensivos neonatales (NICU) y sus atemorizados padres no podrán hacer otra cosa que mirar impotentes. Estos bebés enfrentan un riesgo mayor de morir y de tener complicaciones médicas graves; no obstante, la mayoría de ellos terminarán por ser dados de alta.
Pero ¿qué les depara el futuro a estos bebés? Muchos de los que sobreviven crecen en forma saludable; otros no tienen tanta suerte. Incluso el mejor de los cuidados no siempre puede impedir que un bebé prematuro tenga incapacidades permanentes como parálisis cerebral, retraso mental y problemas de aprendizaje, enfermedad pulmonar crónica y problemas de vista y audición. La mitad de todas las incapacidades neurológicas en los niños se relacionan con un nacimiento prematuro.
Si bien los médicos han realizado importantes avances en el cuidado de bebés prematuros, aún es necesario descubrir cómo prevenir estas tragedias. A pesar de décadas de investigación, los científicos no han logrado aún desarrollar métodos eficaces para evitar los partos prematuros. De hecho, el índice de nacimientos prematuros aumentó en un 29 por ciento entre 1981 y 2002 (de un 9,4 a un 12,1 por ciento).
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