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  Problemas de la Placenta

La placenta es el sistema de apoyo vital del bebé que aún está por nacer. Se forma a partir de las mismas células que el embrión y se une a la pared interna del útero. Establece conexiones con el torrente sanguíneo de la madre, del cual transfiere oxígeno y nutrientes al bebé. La placenta también se conecta con el torrente sanguíneo del bebé, del cual elimina los desechos y los transfiere a la sangre de la madre para que sus riñones los eliminen.

La placenta cumple otras funciones importantes durante el embarazo. Estas funciones incluyen la producción de hormonas que contribuyen a iniciar el parto y el nacimiento. La placenta también sirve para proteger al feto de infecciones y sustancias potencialmente nocivas. Una vez que la madre ha dado a luz al bebé, la placenta ha cumplido su tarea y es expulsada.

La placenta madura es plana y circular y pesa cerca de una libra. Algunas veces, en cambio, tiene una estructura anormal, está mal posicionada en el útero o no funciona de forma adecuada. Los problemas de la placenta se encuentran entre las complicaciones más comunes de la segunda mitad del embarazo. He aquí algunos de los problemas de la placenta más frecuentes y la manera en que pueden afectar a la madre y al bebé.

¿Qué es el desprendimiento placentario?
El desprendimiento placentario (a veces conocido por su nombre en latín abruptio placentae) es una complicación en la que la placenta se desprende de la pared uterina, en forma parcial o casi totalmente, antes del parto. Los casos leves pueden causar pocos problemas, pero los más graves pueden privar al bebé de oxígeno y nutrientes y provocar una hemorragia en la madre que puede poner en peligro su vida y la del bebé.

El desprendimiento placentario también aumenta el riesgo de parto prematuro (antes de las 37 semanas de gestación). Los estudios sugieren que el desprendimiento placentario contribuye a aproximadamente el 10 por ciento de los nacimientos prematuros.1 Los bebés prematuros tienen un riesgo mayor de sufrir problemas de salud durante sus primeras semanas de vida, incapacidades permanentes e incluso la muerte. El desprendimiento placentario también aumenta el riesgo de crecimiento insuficiente del feto y de nacimiento sin vida.1

¿Con qué frecuencia se produce el desprendimiento placentario?
El desprendimiento placentario se produce en aproximadamente uno de cada 100 embarazos.2 Es más común durante el tercer trimestre pero puede tener lugar en cualquier momento después de las 20 semanas de gestación.

¿Cuáles son los síntomas del desprendimiento placentario?
El síntoma principal de desprendimiento placentario es la hemorragia vaginal. En caso de hemorragia vaginal, la mujer embarazada debe ponerse siempre en contacto con su médico.  Algunas veces, esta hemorragia está acompañada de malestar y sensibilidad en el útero o de dolores abdominales repentinos y continuos. En unos pocos casos, estos síntomas también ocurren sin hemorragia vaginal debido a que la sangre queda atrapada detrás de la placenta.

¿Cómo se diagnostica el desprendimiento placentario?
Si el médico sospecha que se ha producido un desprendimiento placentario, es probable que le recomiende a la paciente que se realice una evaluación completa en el hospital. El médico le realizará un examen físico y, seguramente, un examen por ultrasonidos. El ultrasonido puede detectar muchos casos de desprendimiento placentario aunque no todos.

¿Cómo se trata el desprendimiento placentario?
El tratamiento depende de la gravedad del desprendimiento y la etapa del embarazo en que se produce.

Por lo general, un desprendimiento leve no es peligroso a menos que avance. Si la mujer tiene un desprendimiento placentario leve hacia el término del embarazo, el médico puede recomendarle adelantar el parto (mediante inducción o una cesárea) para evitar cualquier riesgo que pudiera empeorar el desprendimiento.

Si la mujer sufre un desprendimiento leve y el bebé sería demasiado prematuro si se le diera a luz de inmediato, es probable que el médico la hospitalice para someterla a un seguimiento estricto. Si las pruebas determinan que ni la madre ni el bebé corren riesgo, el médico puede intentar prolongar el embarazo para evitar las complicaciones de un nacimiento prematuro para el bebé. Si el médico sospecha que el desprendimiento placentario producirá un parto prematuro entre las 24 y las 34 semanas de embarazo, es probable que recomiende a la madre que tome medicamentos conocidos como corticosteroides  para acelerar la maduración de los pulmones del feto y reducir significativamente el riesgo de complicaciones relacionadas con el nacimiento prematuro y de muerte del bebé. Algunas mujeres con desprendimiento placentario leve pueden regresar a su casa en cuanto cesa la hemorragia. En otros casos, deben permanecer hospitalizadas hasta el momento del parto.1

Si el desprendimiento placentario avanza, si la mujer tiene hemorragias fuertes, o si el bebé está teniendo dificultades, es probable que sea necesario adelantar el parto, generalmente mediante una cesárea.

¿Cuáles son las causas del desprendimiento placentario?
Aún se desconocen las causas del desprendimiento placentario pero se sabe que los siguientes factores pueden aumentar el riesgo:1,3

  • Alta presión arterial
  • Consumo de cocaína
  • Fumar cigarrillos
  • Traumatismo abdominal (como el causado por un accidente automovilístico o maltrato físico)
  • Ciertas anomalías del útero o cordón umbilical
  • Tener más de 35 años de edad
  • Estar embarazada de mellizos, trillizos o más bebés
  • Rotura prematura de las membranas (bolsa de aguas)
  • Insuficiencia de líquido amniótico
  • Ciertos trastornos hereditarios de coagulación sanguínea
  • Infección en el útero

¿Cuál es el riesgo de que una mujer vuelva a sufrir desprendimiento placentario en un embarazo posterior?
Una mujer que ha sufrido un desprendimiento placentario tiene una probabilidad de aproximadamente un 10 por ciento de volver a sufrir otro en un embarazo posterior.1

¿Qué puede hacer la mujer para reducir su riesgo de desprendimiento placentario?
En la mayoría de los casos, no es posible prevenir el desprendimiento placentario. No obstante, las siguientes recomendaciones pueden ayudar a reducir el riesgo:

  • Mantener la presión arterial elevada bajo control. Las mujeres que tienen presión arterial elevada deben consultar periódicamente a su médico y tomar la medicación indicada. Antes del embarazo, la mujer debe realizarse un chequeo con su médico para controlar su presión arterial desde el comienzo.
  • Evitar fumar y consumir cocaína, ya que contribuye al desprendimiento placentario y a otras complicaciones del embarazo.
  • Usar cinturón de seguridad. Esto puede prevenir los traumatismos resultantes de accidentes automovilísticos.
  • Consultar a un médico sobre los tratamientos posibles en el caso de trastornos de la coagulación sanguínea. Para algunas mujeres con trastornos de coagulación sanguínea hereditarios, un tratamiento durante el embarazo, por ejemplo con anticoagulantes, puede resultar beneficioso.1 Algunos médicos recomiendan un tratamiento a las mujeres que ya han tenido un desprendimiento placentario u otra complicación durante el embarazo posiblemente relacionada con un trastorno de la coagulación sanguínea.

¿Qué es la placenta previa?
La placenta previa es una placenta que se desarrolla en la parte inferior del útero y cubre parte o la totalidad de la abertura del cuello uterino. Cuando la placenta se encuentra en esta posición puede bloquear la salida del bebé del útero. Además, cuando el cuello uterino comienza a contraerse y dilatarse antes del parto, los vasos sanguíneos que conectan la placenta en posición anormal con el útero pueden romperse y producir una hemorragia. Durante el trabajo de parto y el parto en sí, la hemorragia puede ser severa y poner el peligro la vida de la madre y del bebé.

Al igual que con el desprendimiento placentario, la placenta previa puede provocar el nacimiento prematuro del bebé.
 
¿Con qué frecuencia se produce la placenta previa?
Los casos de placenta previa se producen en aproximadamente uno de cada 200 embarazos.4

¿Cuáles son los síntomas de la placenta previa?
El síntoma más común de la placenta previa es una hemorragia uterina indolora durante la segunda mitad del embarazo. Las mujeres que tienen hemorragias vaginales durante el embarazo deben consultar a su médico.

¿Cómo se diagnostica la placenta previa?
Mediante un examen por ultrasonidos es posible diagnosticar la placenta previa y determinar la ubicación de la placenta. Cuando el médico sospecha un caso de placenta previa, por lo general evita el examen vaginal ya que puede producirse una hemorragia fuerte.

Algunas mujeres embarazadas que no han experimentado hemorragia vaginal se enteran de que tienen una placenta en posición baja durante un examen por ultrasonidos de rutina. Sin embargo, esto no es motivo para preocuparse demasiado, especialmente si están en la primera mitad del embarazo. En más del 90 por ciento de los casos, la placenta previa diagnosticada en el segundo trimestre se corrige por sí sola hacia el final del embarazo.3,4

¿Cómo se trata la placenta previa?
El tratamiento de la placenta previa depende de la etapa del embarazo en la que se produce, la gravedad de las hemorragias y el estado de la madre y el bebé. El objetivo, siempre que sea posible, es prolongar el embarazo para que el bebé nazca en término o cerca de la fecha estimada. La cesárea se recomienda a prácticamente todas las mujeres con placenta previa ya que, por lo general, permite evitar las hemorragias severas.

Cuando la mujer tiene hemorragias fuertes debido a placenta previa después de aproximadamente 34 semanas de embarazo, el médico puede recomendarle una cesárea inmediata. Por lo general, los bebés nacidos en esta etapa del embarazo no tienen problemas aunque algunos pueden experimentar problemas de salud relacionados con el nacimiento prematuro durante las primeras semanas de vida.

Por lo general, las mujeres que tienen hemorragias como consecuencia de placenta previa antes de las 34 semanas de gestación aproximadamente son hospitalizadas para poder someterse a un seguimiento estricto. Si las pruebas indican que la madre y el bebé están bien, el médico intentará prolongar el embarazo. En algunos casos, cuando la hemorragia es muy fuerte, es posible que se trate a la madre con transfusiones de sangre y con corticosteroides si todo parece indicar que va a dar a luz antes de las 34 semanas de gestación.

Algunas mujeres pueden regresar a su casa en cuanto cesa la hemorragia pero otras deben permanecer hospitalizadas hasta el momento del parto. A las 36 ó 37 semanas, si la mujer aún no ha dado a luz, es posible que el médico le recomiende realizarse una prueba del líquido amniótico (amniocentesis) para comprobar si los pulmones del bebé están maduros. Si es así, el médico probablemente le recomendará una cesárea para evitar los riesgos asociados con cualquier episodio de hemorragia futuro.

En cualquier etapa del embarazo, puede ser necesario realizar una cesárea inmediatamente si la madre tiene hemorragias demasiado fuertes o si la madre o el bebé experimentan dificultades.

¿Cuáles son las causas de la placenta previa?
Aún se desconocen las causas de la placenta previa pero hay ciertos factores que pueden aumentar el riesgo en la mujer: 3,4

  • Fumar cigarrillos
  • Consumir cocaína
  • Tener más de 35 años de edad
  • Segundo embarazo o embarazo posterior
  • Cirugía uterina previa, incluyendo cesárea, dilatación y curetaje (el raspado del revestimiento del útero), que suele realizarse después de un aborto espontáneo o durante un aborto
  • Estar embarazada de mellizos, trillizos o más bebés

¿Cuál es el riesgo de que la placenta previa se repita en un embarazo futuro?
Las mujeres que han tenido placenta previa en un embarazo anterior tienen una probabilidad del dos al tres por ciento de recurrencia.3

¿Se puede reducir el riesgo de placenta previa?
No hay manera de prevenir la placenta previa. No obstante, la mujer puede reducir su riesgo si se abstiene de fumar y de consumir cocaína. También puede reducir su riesgo en embarazos futuros absteniéndose de someterse a una cesárea electiva (es decir, por conveniencia) a menos que exista una razón médica.

¿Qué es la placenta accreta?
La placenta accreta es una placenta que penetra excesivamente en la pared uterina y que se encuentra muy adherida a ella. De la misma manera, la placenta increta y percreta son placentas que penetran aun más en el músculo uterino o en la pared uterina y que, a veces, se extienden a estructuras próximas como la vejiga.

¿Con qué frecuencia se producen la placenta accreta y los trastornos relacionados con ella?
Estos trastornos se producen en aproximadamente uno de cada 2,500 nacimientos.4 En algunos casos determinan el nacimiento prematuro del bebé.

¿Cuáles son los síntomas de la placenta accreta y de los trastornos relacionados con ella?
Al igual que la placenta previa, estos trastornos suelen ocasionar hemorragia vaginal durante el tercer trimestre.

¿Quiénes corren el riesgo de padecer placenta accreta y los trastornos relacionados con ella?
Estos trastornos son más comunes en las mujeres embarazadas que tienen placenta previa y en las mujeres que se han realizado anteriormente una o más cesáreas o alguna otra cirugía uterina.4

¿Cómo se diagnostican la placenta accreta y los trastornos relacionados con ella?
Estos trastornos se diagnostican normalmente mediante un examen por ultrasonidos. En algunos casos, se indica también otro estudio por imágenes llamado resonancia magnética.4

¿Cómo se tratan la placenta accreta y los trastornos relacionados con ella?
En estos trastornos, la placenta no se separa totalmente del útero como debería hacerlo cuando la mujer da a luz al bebé, lo cual puede producir una hemorragia peligrosa después del parto vaginal.  Por lo general, la placenta debe extirparse quirúrgicamente para detener la hemorragia y, con frecuencia, es necesario realizar una histerectomía (extirpación del útero).

Cuando se diagnostica placenta accreta antes del nacimiento, suele realizarse un parto por cesárea seguido inmediatamente por una histerectomía para reducir la pérdida hemorrágica y otras complicaciones en la madre. En algunos casos, puede recurrirse a otros procedimientos quirúrgicos para salvar el útero.

¿Qué otros problemas placentarios pueden ocurrir?
En algunos casos, la placenta puede no desarrollarse correctamente o no funcionar con normalidad. Puede ser demasiado delgada o demasiado gruesa, tener un lóbulo extra o estar conectada de manera anormal a las membranas del feto. Además, pueden producirse problemas durante el embarazo que dañan la placenta, como infecciones, coágulos sanguíneos y áreas con destrucción de los tejidos (infartos). Estas anomalías placentarias pueden contribuir a varias complicaciones, como aborto espontáneo, el desarrollo insuficiente del feto, nacimiento prematuro, hemorragia excesiva de la madre en el parto y, posiblemente, ciertos defectos congénitos. Por lo general, el médico examina la placenta después del parto y en algunos casos la envía al laboratorio, especialmente si el recién nacido tiene ciertas complicaciones, como un desarrollo insuficiente, para poder identificar la causa del problema.

¿March of Dimes apoya las investigaciones sobre los problemas placentarios?
Los becarios de March of Dimes están estudiando de qué manera ciertas infecciones, como el citomegalovirus (CMV), pueden dañar la placenta y quizá contribuir a abortos espontáneos, el desarrollo insuficiente del feto y defectos congénitos, como parálisis cerebral. Otros becarios están investigando de qué manera ciertos genes controlan el desarrollo y funcionamiento de la placenta para poder desarrollar maneras de prevenir los abortos espontáneos y los problemas de crecimiento y nacimiento prematuro que pueden resultar de las anomalías placentarias.

Referencias
1. Oyelese, Y. y Ananth, C.V. Placental Abruption. Obstetrics and Gynecology, volumen 108, número 4, octubre de 2006, págs. 1005-1016.

2. Ananth, C.V., y otros. Placental Abruption in Term and Preterm Gestations. Obstetrics and Gynecology, volumen 107, número 4, abril de 2006, págs. 785-792.

3. Kay, H.H. Placenta Previa and Abruption, en Scott, J.R., y otros (eds.): Danforth�s Obstetrics and Gynecology, novena edición, Philadelphia, PA, Lippincott Williams and Wilkins, 2003, págs. 365-379.

4.Oyelese, Y. y Smulian, J.C. Placenta Previa, Placenta Accreta, and Vasa Previa. Obstetrics and Gynecology, volumen 107, número 4, abril de 2006, págs. 927-941.

Actualizado en marzo de 2007

 
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