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  Polio

La polio es una infección incapacitante y, en algunos casos, mortal. Solía afectar a miles de niños en los Estados Unidos todos los años. En 1955, se anunció que la vacuna Salk era segura y eficaz para prevenir esta infección. Gracias a la vacuna Salk y, poco tiempo después, a la vacuna oral Sabin, ambas desarrolladas con el apoyo económico de March of Dimes, se han erradicado las infecciones de polio en los Estados Unidos desde hace ya tres décadas (3). No obstante, aún se registran casos de polio en algunos países en desarrollo.

¿Qué es la polio?
La polio (forma abreviada de poliomielitis, antes denominada parálisis infantil) es una enfermedad causada por un virus que puede infectar el sistema nervioso central (cerebro y médula espinal) y producir incapacidades permanentes. La enfermedad ataca principalmente a los bebés y a los niños, pero también puede afectar a los adultos jóvenes y a algunas personas mayores (2).

Hasta el 95 por ciento de las personas infectadas con polio (9 de cada 10) no presenta síntomas (1). Solo del cuatro al ocho por ciento (aproximadamente tres de cada 50) de las personas con polio presenta síntomas leves, como dolor de garganta, dolor de cabeza, trastornos estomacales, fiebre baja y malestar (sensación general de no sentirse bien) (1). Por lo general, estas personas se recuperan completamente en el término de una semana.

El virus entra en el cuerpo a través de la boca y crece en la garganta y el aparato digestivo (estómago e intestinos). El virus puede entrar en el torrente sanguíneo desde el aparato digestivo y así llegar al sistema nervioso central (cerebro y médula espinal). Aproximadamente del uno al dos por ciento de las personas infectadas (una de cada 100) desarrolla fiebre alta, meningitis (inflamación de las membranas que rodean el cerebro y la médula espinal), rigidez en el cuello y dolor en los brazos y piernas (1). Por lo general, estas personas se recuperan completamente dentro de los 10 días.

En menos de una de cada 100 personas infectadas, el virus ataca los nervios que se encuentran en el interior de la columna vertebral, encargados de enviar mensajes a los músculos de los brazos, de las piernas y de otras partes del cuerpo (1). Esto puede provocar parálisis parcial o total, es decir, la persona no puede sentir o mover partes de su cuerpo. Esto se conoce como polio paralizante. Si el virus ingresa en el tronco del encéfalo (polio bulbar), los músculos necesarios para respirar, tragar y realizar otras funciones vitales se paralizan y el paciente puede necesitar ayuda para respirar o incluso morir.

¿Cómo se contagia la polio?
El virus se contagia de una persona a otra por contacto con las secreciones infectadas de la nariz o la boca o por contacto con heces infectadas. Suele ingresar en el cuerpo por la boca cuando la persona ingiere alimentos o agua contaminada o cuando se toca la boca con las manos contaminadas.

¿Cómo se trata la polio?
No hay ningún medicamento que permita curar la polio una vez que la persona está infectada. Los médicos intentan que el paciente esté lo más cómodo posible, guardando reposo en cama, y se le administran analgésicos y se le aplican compresas calientes para aliviar el dolor provocado por la marcada contracción muscular. Algunos enfermos necesitan oxígeno o un respirador que les ayude a respirar.

Durante las epidemias de polio de los años 30, 40 y 50 en los Estados Unidos, se colocaba a los pacientes con graves problemas respiratorios en un respirador de presión negativa, conocido normalmente como �pulmón artificial�. Esta cámara cilíndrica que rodea al paciente del cuello para abajo utiliza alteraciones rítmicas en la presión del aire para forzar la entrada y salida de aire en los pulmones del enfermo.

Una vez transcurrida la etapa activa de la enfermedad, las células nerviosas no afectadas comienzan a establecer nuevas conexiones nerviosas para intentar asumir la función de las células nerviosas destruidas por la infección. A menudo, esto permite que el paciente vuelva a utilizar sus músculos y se recupere, de forma parcial o total.

A los pacientes afectados por una parálisis parcial permanente se les enseña a utilizar los músculos que quedaron sanos. En general, logran llevar una vida activa, aunque algunos precisan de aparatos ortopédicos y sillas de ruedas.

¿Cómo se puede prevenir la polio?
La polio se previene mediante la vacunación. Hay dos tipos de vacunas:

  1. Vacuna inyectada: la vacuna Salk (la primera que se aprobó, en 1955) se elabora a partir de virus de polio completamente inactivados y se inyecta en el cuerpo. Ahora se utiliza una versión más potente de esta vacuna contra la polio inactivada (IVP). Ésta es la vacuna que se aplica actualmente en los Estados Unidos.
  2. Vacuna oral: la vacuna Sabin se elabora a partir de virus de polio debilitados. Se aprobó en 1963 pero ya no se utiliza en los Estados Unidos.

Ambas vacunas hacen que el organismo genere anticuerpos que combaten el virus de la polio. Las dos vacunas crean inmunidad contra la polio, es decir, la persona queda protegida contra la infección y no puede contagiarse.

Actualmente en los EE.UU., se vacuna periódicamente a los niños contra la polio y contra otras enfermedades evitables. Reciben cuatro dosis de vacuna, a los dos, cuatro, seis y 18 meses de vida y luego entre los cuatro y los seis años de edad (1).

Hasta fines de los años 90, solía administrarse la vacuna oral contra la polio a la mayoría de los niños. En casos muy excepcionales la vacuna oral puede causar polio paralizante en los niños o en otras personas con las que han estado en contacto. En la década de los 80 y de los 90, se registraron ocho casos anuales de polio paralizante asociada con la vacuna en los Estados Unidos (1). A partir de enero de 2000, los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades (Centers for Disease Control and Prevention, CDC) y la Academia de Pediatras de Estados Unidos (American Academy of Pediatrics, AAP) recomiendan vacunar a los bebés con la inyección, la cual no puede causar la enfermedad (1,2). La vacuna oral contra la polio ya no se encuentra disponible en los Estados Unidos (2).

¿Las personas que viajan corren el riesgo de contraer polio?
La polio sigue siendo una enfermedad común en algunos países en desarrollo, principalmente en algunas partes de África, el sur de Asia y la región oriental del Mediterráneo (1). Gracias a los esfuerzos a nivel mundial por erradicar esta enfermedad a través de la vacunación infantil, los casos de polio se han reducido en más del 99 por ciento en todo el mundo, de aproximadamente 350,000 casos en 1988 a menos de 1,700 en 2008 (1).

Todo adulto o niño que viaje a países menos desarrollados donde la polio sigue siendo una enfermedad común deberá consultar a su médico o al departamento de salud local para averiguar si necesita una dosis de refuerzo. Por lo general, se recomienda una dosis adicional a los adultos que se vacunaron de niños y que deben viajar a estos países (1,2).

¿Existen efectos tardíos de la polio?
Sí. Algunas personas que padecieron polio cuando eran jóvenes vuelven a desarrollar nuevas debilidades en los músculos. Esta debilidad puede afectar a los músculos previamente debilitados por la polio, así como a otros que no se creían afectados. En ocasiones, estas personas también se quejan de intensa fatiga y dolor en los músculos y en las articulaciones. La reincidencia de debilidades musculares, fatiga y dolor que se produce muchos años después de tener polio se llama síndrome de post-polio (PPS). Sin embargo, no todas las personas que tuvieron polio y tienen estos síntomas padecen PPS. Al ser examinadas por el médico, se descubre que algunas de ellas tienen artritis o algún otro trastorno muscular o articular.

¿Cuáles son las causas del PPS?
Muchos expertos creen que las células nerviosas que habían establecido nuevas conexiones para reemplazar las células nerviosas dañadas comienzan a fallar a la larga y provocan nuevamente debilidad muscular (3,4). Otros factores, entre los que debe incluirse la edad, probablemente influyen también en este proceso.

¿Cómo se diagnostica y trata el PPS?
Las personas que tuvieron polio y creen tener los síntomas del PPS deben ser examinadas minuciosamente por un especialista en trastornos neuromusculares. Estos especialistas pueden incluir, entre otros, psiquiatras (especialistas en rehabilitación), neurólogos, ortopedistas y otros profesionales especializados en estos trastornos. Antes de consultar a un especialista, se recomienda a los pacientes que creen tener PPS no aumentar la cantidad de ejercicio o actividad física ya que, en lugar de reforzar los músculos, puede resultar perjudicial. Lo mejor es buscar asistencia médica especializada.

En ocasiones, un cambio de aparato ortopédico, cambios en el estilo de vida (por ejemplo, períodos de descanso regulares) o el tratamiento de trastornos como la artritis ayudan a aliviar los síntomas. Un programa de ejercicios especialmente diseñado también puede contribuir a mejorar la fuerza y el funcionamiento de los músculos.

¿Cuál es la función de March of Dimes?
Mucha gente recuerda a March of Dimes por su triunfo sobre la polio y la Fundación sigue recibiendo muchas preguntas sobre esta enfermedad. March of Dimes responde a estas inquietudes y con frecuencia deriva a los interesados a centros de ayuda.

En mayo de 2000, y con el apoyo de una donación especial destinada a ese fin, March of Dimes patrocinó una conferencia internacional sobre las mejores prácticas en materia de diagnóstico y tratamiento del PPS. Los resultados de la conferencia se han difundido ampliamente entre los pacientes y los profesionales de la salud (3,5).

Los historiadores han señalado a la derrota de la polio como uno de los grandes logros del siglo XX. Gracias a March of Dimes, y a los millones de personas que la apoyaron, hemos podido erradicar las catastróficas epidemias que tanto atemorizaron a generaciones anteriores.

Referencias

  1. Centers for Disease Control and Prevention (CDC). (2009). Poliomyelitis. In The Pink Book: Epidemiology and Prevention of Vaccine-Preventable Diseases (11.° edición, págs.231-243). Consultado en: http://www.cdc.gov/vaccines/pubs/pinkbook/downloads/polio.pdf
  2. American Academy of Pediatrics (AAP). (2009). Poliovirus infections. In Pickering L.K.(ed.), 2009 Red Book: Report of the Committee on Infectious Diseases (28.° edición, págs.541-545). Elk Grove Village, IL: American Academy of Pediatrics.
  3. March of Dimes Steering Committee on Post-Polio Syndrome. (2002). March of Dimes International Conference on Post-Polio Syndrome: Identifying Best Practices in Diagnosis and Care. White Plains, NY. Consultado en:
    http://www.marchofdimes.com/downloads/PostPolio.pdf
  4. National Institute of Neurological Disorders and Stroke. (2010). Post-Polio Syndrome Fact Sheet. Consultado en: http://www.ninds.nih.gov/disorders/post_polio/detail_post_polio.htm
  5. March of Dimes Foundation. (2002). Guidelines for people who have had polio. White Plains, NY.


Abril de 2011

 
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