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Hepatitis B
La hepatitis B es uno de varios virus que afectan el hígado. Aproximadamente una de cada 500 a una de cada 1,000 mujeres embarazadas tiene hepatitis B en el momento del parto y puede transmitir la infección a su bebé durante el trabajo de parto y el nacimiento.1 En la mayoría de los casos, el riesgo es aproximadamente del 10 al 20 por ciento, aunque puede ser más alto si la mujer tiene altos niveles del virus en su organismo.2

Los síntomas de la hepatitis B pueden ser de leves a graves aunque algunas personas infectadas no presentan ningún síntoma. Entre los síntomas más comunes pueden mencionarse los siguientes: ictericia (color amarillento de la piel), cansancio, náuseas y vómitos, malestar en la parte superior del abdomen y algunos grados de fiebre.

Aproximadamente del 10 al 15 por ciento de las personas con hepatitis B no elimina el virus de su cuerpo y desarrolla hepatitis B crónica.2 Estas personas tienen un riesgo mayor de enfermedad hepática grave o cáncer de hígado. Los bebés que se infectan al nacer por lo general desarrollan infección por hepatitis B crónica y tienen un riesgo alto de enfermedad hepática grave y cáncer de hígado de adultos.

No obstante, por lo general es posible prevenir el contagio de la hepatitis en los bebés. Los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades (Centers for Disease Control and Prevention, CDC) recomiendan realizar a todas las mujeres embarazadas un análisis de sangre para detectar la hepatitis B.3 Si se detecta que la mujer tiene hepatitis B, es preciso vacunar al bebé contra la hepatitis B y suministrarle inmunoglobulina (que contiene anticuerpos que combaten la hepatitis) dentro de las 12 horas de nacido.  Dicho tratamiento previene la infección en más del 90 por ciento de los bebés en riesgo.3 Se le deben aplicar al bebé dos dosis adicionales de vacuna durante los primeros seis meses de vida. Los CDC también recomiendan vacunar a todos los bebés contra la hepatitis B antes de que abandonen el hospital, entre el primer y el segundo mes de vida y, nuevamente, entre los seis y dieciocho meses de vida.

Además de por contacto sexual, la hepatitis B puede contagiarse por el contacto con la sangre o saliva de personas infectadas.1 Las mujeres también pueden protegerse contra las hepatitis B siguiendo prácticas sexuales no riesgosas y evitando el uso de drogas ilícitas inyectables y de elementos de higiene personal de otras personas que puedan tener sangre o saliva (hojas de afeitar y cepillos de dientes). No obstante, la mejor defensa contra la hepatitis B es la vacunación. Se considera que la vacuna contra la hepatitis B no presenta riesgos durante el embarazo.1,3 Es conveniente que las mujeres que trabajan en el ámbito de la salud y la seguridad pública y otras mujeres en alto riesgo (como aquellas que viven con una pareja infectada) reciban la vacuna contra la hepatitis B antes o durante el embarazo.

Referencias
1. American College of Obstetricians and Gynecologists (ACOG). Hepatitis B Virus in Pregnancy. ACOG Patient Education Pamphlet, abril de 2008, http://www.acog.org/.

2. American College of Obstetricians and Gynecologists (ACOG). Viral Hepatitis in Pregnancy. ACOG Practice Bulletin, número 86, octubre de 2007.

3. Centers for Disease Control and Prevention (CDC). Viral Hepatitis. Actualizado 26 de julio de 2007, www.cdc.gov/ncidod/diseases/hepatitis.

Agosto del 2008


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