La placenta es el sistema de apoyo vital del bebé que aún está por nacer. Se forma a partir de las mismas células que el embrión y se une a la pared interna del útero. Establece conexiones con el torrente sanguíneo de la madre, del cual transfiere oxígeno y nutrientes al bebé. La placenta también se conecta con el torrente sanguíneo del bebé, del cual elimina los desechos y los transfiere a la sangre de la madre para que sus riñones los eliminen.
La placenta cumple otras funciones importantes durante el embarazo. Estas funciones incluyen la producción de hormonas que contribuyen a iniciar el parto y el nacimiento. La placenta también sirve para proteger al feto de infecciones y sustancias potencialmente nocivas. Una vez que la madre ha dado a luz al bebé, la placenta ha cumplido su tarea y es expulsada.
La placenta madura es plana y circular y pesa cerca de una libra (1/2 kilo). Algunas veces, en cambio, tiene una estructura anormal, está mal posicionada en el útero o no funciona de forma adecuada. Los problemas de la placenta se encuentran entre las complicaciones más comunes de la segunda mitad del embarazo. Las complicaciones de la placenta más comunes son: desprendimiento de la placenta, placenta previa y placenta accreta.
Una vez que nace el bebé, la placenta ha cumplido su tarea y por lo general se expulsa a los pocos minutos. Su médico examinará la placenta después del parto para asegurarse de que está completa y que no queda ninguna parte dentro de su cuerpo. Si su bebé tiene ciertas complicaciones, como un retraso en el crecimiento o una infección, puede enviarse la placenta al laboratorio para realizar más análisis e identificar la causa del problema.